Capítulo 2 | Por la Gracia de Dios

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¡Tú no eres gallina!

Suponte que una gallina se diga así misma: “quiero ser águila”. ¿Será águila la gallina solo por querer serlo? Suponte que la gallina cambie su alimentación. Imagínate que diga: “voy a dejar de comer comida de gallina. De ahora en adelante voy a comer comida de águilas”. ¿La convertirá eso en un águila? ¡Lo que haría seria enfermarla!

Bien, imagínate que la gallina diga: “ya sé lo que es, es asunto de idioma. Nunca llegare a ser un águila mientras use las malas palabras que me vienen a mi boca. Así que me decido. De ahora en adelante, no voy hablar más como las gallinas. ¡Voy a hablar como las águilas! Pero tú sabes y yo sé que, aunque la gallina controle su forma de expresarse no se convertirá en águila nunca.

Bien, ¿y que si va a vivir donde viven las águilas? Imagínate que la gallina venda su casa en el patio y se vaya a vivir a lo alto de las montañas, donde viven las águilas. ¿Llegaría a convertirse en águila al estar rodeada todo el día por águilas?

https://youtu.be/ENzvSsJ0gmI

¡Por supuesto que no!

¿Y en cuanto a su manera de vestir? ¡Que la gallina se quite todas sus plumas de gallina y se pegue plumas de águila! ¡Ahora si con toda seguridad que se convertirá en águila! Parecerá un águila (bueno, ¡casi!), sonara como águila (por lo menos tratará), comerá como águila (¡aunque apenas pueda resistir esa comida!), vivirá donde viven las águilas. Por lo tanto, será un águila.

Excepto por una cosa: ¡seguirá siendo gallina! y el motivo por el cual seguirá siendo gallina es porque nació siendo gallina.

La Biblia dice: si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

¿Te has dado cuenta de lo que a veces sucede cuando tu mama te dice que te laves las manos antes de comer? Después que crees que tienes las manos limpias, ella te pide que se las enseñes, y luego te manda de nuevo al baño a lavarte las manos.

¿Te acuerdas cuando tu mama te bañaba? Entonces sí, cuando ella terminaba de bañarte, quedabas completamente limpio: orejas, cuello, rodillas, pies todo limpio. Eso es lo que hace Jesús cuando le decimos que estamos tristes por nuestros pecados. Él nos limpia de todas nuestras impurezas. Quedamos completamente limpios.

La limpieza de nuestros pecados es lo que se realiza por medio del bautismo y el lavamiento de los pies. Si todavía no te has bautizado, probablemente has pensado bastante seriamente en hacerlo. ¿Y qué del servicio de comunión? ¿Debes tomar el pan y el vino? Si ya estas bautizado, deberías hacer lo que hace Juan.

El lavamiento de los pies.

Juan toma parte fielmente en el servicio de comunión, pero siempre le dice a Luisito, su hermanito más chiquito, que se quede sentado y observe. “Tu no debes tomar parte hasta que estés bautizado”, le dice a su hermanito.

¿Es correcto lo que dice Juan? Si.

Cuando un amigo te lava los pies en el servicio de humildad, sucede mucho más de lo que se puede ver. Jesús te lava los pecados del corazón.

Lo sabemos porque cuando Jesús tuvo que lavar los pies de los discípulos, él dijo:

“Vosotros limpios estáis, aunque no todos”. (Juan 13:10). Él tuvo que lavar los pies de cada discípulo muy cuidadosamente y mientras lo hacía, once de los discípulos dejaron que su egoísmo y sus celos y su manía de ver las faltas ajenas fueran lavadas también. Pero uno de sus discípulos se obstino en no confesar sus pecados. No quedo limpio cuando Jesús termino de lavar sus pies. Su nombre era Judas Iscariote.

Esto significa que, si tomamos parte en el servicio de lavamiento de los pies con un espíritu de sincero arrepentimiento, podemos saber que cuando el servicio ha terminado, todos nuestros pecados han sido lavados.

Pero, ¿Es correcto que Juan le diga a Luisito, que no tome parte porque todavía no se ha bautizado? Si. Primero debe venir el bautismo.

Veamos. Supón que has estado jugando a la pelota durante un día caluroso. Al fin decides entrar y ponerte ropa limpia. Estas lleno de polvo y sudando de pies a cabeza. Tienes que darte un buen baño y frotarte completamente hasta quedar limpio.

Asi que te das el baño, te pones ropa limpia y empleas el resto de la tarde jugando con tu tren eléctrico. A la hora de cenar, mama te dice: “Hijo, esta noche vamos a comer fuera. Ponte los pantalones y la camisa nueva que te deje sobre la cama”.

¿Tienes que volverte a bañar? ¡Por supuesto que no! sin duda, te tienes que lavar las manos, pero eso es todo.

Eso es lo mismo que pasa con el bautismo y el lavamiento de los pies. Antes de bautizarnos estamos tan sucios con el pecado que el lavamiento de los pies no va a hacernos completamente limpios, como para ponernos el manto de justicia de cristo. Necesitamos lavarnos por completo. Esto sucede cuando nos bautizamos. Después de eso, seria magnifico que no pecáramos de nuevo.

Entonces no necesitaríamos el servicio de lavamiento de los pies. Pero pecamos, ¿no es cierto? y estos pecados deben ser lavados antes de estar listos para recibir las nuevas y ricas bendiciones que Dios desea darnos. Esos pecaditos son lavados cuando son lavados nuestros pies.

Por eso si estas bautizado, no dejes nunca de participar en el servicio del lavamiento de los pies. Y si no te has bautizado todavía, ¿porque no te decides a hacerlo?

La Biblia nos dice que todos nosotros nacimos siendo malos. “Por cuanto, todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “No hay justo, ni aun uno” (versículo 10). Por eso es por lo que nosotros mismos no podemos convertirnos en buenos.

Adán y Eva fueron creados perfectos al principio. Pero pecaron. Y porque pecaron, todos hemos nacido pecadores. Gallinas, malos. Conozco personas que tratan de ser buenas cambiando su alimentación, dejan de comer lo que la mayoría de las personas comen y solo comen vegetales y comidas saludables.

Algunos padres venden sus casas y se mudan cerca de una iglesia adventista, y una escuela adventista grande, para que sus hijos estén rodeados por adventistas durante todo el día. Algunos muchachos que conozco cuidan mucho su manera de hablar. Tratan con todas sus fuerzas de no decir nuca malas palabras. Algunas muchachas cuidan su forma de vestir. Dejan de usar joyas y no usan ningún maquillaje.

Pero tarde o temprano todos ellos descubren que no son en realidad mejores de lo que eran antes. Quizás tú has hecho recientemente ese mismo descubrimiento. Tú no puedes ser mejor sencillamente haciendo casas buenas o comiendo cosas saludables o viviendo en buenos lugares. Tú no puedes convertirte en águila pegándote plumas de águila por fuera.

Tú no puedes cambiar la forma en que naciste, más de lo que puede una gallina. La única manera de ser águila es naciendo águila. La única manera de ser buenos es naciendo buenos. Pero tú naciste siendo malo (gallina).

Por suerte, tú no eres realmente gallina. Porque una gallina no tiene esperanza jamás de convertirse en águila. Pero… ¡maravilla de las maravillas! Tú y yo podemos nacer de nuevo. Habiendo nacido malos la primera vez, podemos nacer la segunda vez y nacer buenos. Veamos cómo puede suceder esto.

Tú puedes ser como Jesús

Una noche, cuando Jesús estaba orando en el monte de las olivas, fue irrumpido por un visitante.

Nicodemo había ido hablar con él, para saber quién era y que planes tenía. Nicodemo no fue a Jesús para saber cómo llegar a ser bueno. Él creía que ya era lo suficientemente bueno. Era judío de nacimiento y toda la vida había sido muy cuidadoso de hacer todo lo que se suponía que debía hacer, como lavarse las manos hasta los codos antes de comer. Él estaba seguro de que iría al cielo.

Él le dijo a Jesús: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino esta Dios con él” (Juan 3:2).

Jesús sonrió. Pero después hablo seriamente: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (versículo 3)

Nicodemo fue tomado por sorpresa. Muchas veces él había dicho que los paganos tenían que nacer otra vez cuando se convertían en judíos, pero, ¿tenía un judío que nacer de nuevo? ¿Estaba Jesús sugiriendo que él no era mucho mejor que un pagano? Él dijo: “¿cómo puede un hombre nacer siendo viejo?”.

Jesús no trato de explicarle y estoy contento de que no lo haya hecho. ¡Estoy seguro de que nunca entenderíamos! él dijo que el viento sopla y que uno puede escuchar su sonido, pero uno no sabe de dónde viene ni a dónde va. Eso es lo que sucede cuando hemos nacido del espíritu.

Nadie ve al espíritu llegar a nuestras vidas, nadie sabe cómo trabaja el espíritu, pero todo el mundo puede ver los resultados, la expresión del rostro, obras bondadosas y consideradas del que ha nacido de nuevo. De nuevo Nicodemo pregunto: “¿cómo puede hacerse esto? Jesús todavía no le explicó. Pero le recordó a Nicodemo la época cuando los hijos de Israel vagaban por el desierto y muchos de ellos pecaron y fueron mordidos por serpientes muy venenosas. Mientras estaban agonizando, Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre una vara alta y todo el que miraba la serpiente de bronce, se curaba, “Como Moisés levanto la serpiente en el desierto”, le dijo Jesús a Nicodemo, “así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en el cree…tenga vida eterna”.

Y añadió: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (versículo 14-16).

¡Que sencillo es nacer de nuevo! solo mirar a Jesús y creer que él nos ama. Eso es todo lo que tenemos que hacer. Y cuando realmente conozcamos a Jesús, nuestra alimentación, nuestra forma de vestir, nuestro lenguaje, de hecho todo lo relacionado con nuestra vida, cogerá su nivel.

Nicodemo miró a Jesús y creyó en su amor, y durante los siguientes tres años, se efectuó un tremendo cambio en su vida. Cuando Jesús murió, Nicodemo dio a conocer sus ideas valientemente y le contó a todo el mundo que él era también un seguidor del carpintero de Nazareth.

Actualmente, ni tu ni yo podemos ver a Jesús. Pero podemos leer acerca de Él, podemos orar a Él y podemos pensar en Él, y haciendo estas cosas, nos iremos pareciendo a Él. Piensa en ser bondadoso como Jesús, paciente como Jesús, obediente como Jesús, y tan atento con los demás como lo fue Jesús.

La gracia de Dios lograra este cambio.

Una manera fácil de entender la gracia de Dios es pensar en la palabra “ayuda”. El Voto de los conquistadores empieza diciendo: “Por la gracia de Dios seré puro, bondadoso y leal”. Esto lo hace más fácil, ¿No es cierto? Sin duda, con la ayuda de Dios tú puedes ser todo lo que es bueno, noble y leal.

Pero quizás te preguntes, como Pedro ¿Qué puede significar que la gracia de Dios te ayuda a ser bueno y también que debes orar antes de comer?

Veras como. Hace mucho tiempo, en realidad miles de años la palabra “gracia” significaba ser amigable. Cuando alguien es tu amigo es bondadoso, te ayuda. Es agradable contigo. Probablemente te hace un regalo de vez en cuando. Y como resultado, tu también eres amable. Tú le dices “Gracias”. Si es en el momento de la comida, inclinas tu cabeza y das gracias a Dios.

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