Texto Bíblico: Salmos 42:11 Nueva Traducción Viviente (NTV) ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!
Era un hermoso día de verano en los Alpes de Austria. Ludwig Van Beethoven, de 31 años de edad, paseaba por el campo con uno de sus alumnos, Fritz Ríes.
-Esto, hijo mío, es la fuente de inspiración de mi música -le dijo Ludwig mientras extendía los brazos para señalar el bosque y el arroyo, la montaña y el cielo azul.
– ¿Y el pastorcillo también es una de tus fuentes de inspiración? -le preguntó Fritz-. Es una tonadita muy alegre la que está tocando.
– ¡Hummm! ¿Qué dices?
– La melodía que el pastorcillo toca en su flautín -repitió Fritz un poquito más fuerte-. Es una melodía muy alegre. Dan ganas de bailar. ¿No lo escuchas?
– ¿Un pastorcillo y su flautín? ¿Dónde?
– Allí, a tu izquierda.
A unos diez metros de distancia estaba un pastorcillo sentado en una roca, con el flautín entre sus labios, mientras que con el cuerpo marcaba el tiempo de la tonadita que tocaba. Ludwig se detuvo un momento e intentó captar las notas de la música. Lo único que logró escuchar fue el silencio.
– ¡Oh, no! -pensó Ludwig-. ¡Estoy volviéndome sordo! ¿Cómo podré tocar música si no puedo escuchar los sonidos?
Los médicos le recetaron medicamentos y pociones, pero todo fue en vano. Se retrajo a una vida de soledad por un tiempo; se negaba a enfrentarse a los demás o a ejecutar música en público. Caminaba por los campos y deseaba morir. Estaba deprimido y desesperanzado.
Entonces, un día decidió: “No permitiré que mi mal me deprima. Tal vez no pueda escuchar la música con mis oídos, pero aún la escucho con la mente. Esta desventura que me ha sucedido se convertirá en bendición para mi alma. Aún puedo escribir música para la gloria de Dios”.
Con eso en mente, comenzó a trabajar optimistamente y produjo mucha de la música por la que es famoso hoy. Cuando te suceda algo malo, no permitas que te deprima. Al igual que Beethoven, podrías transformar la tragedia en hermosura. No tienes que permanecer desanimado. Tu corazón puede cantar aún. Puedes seguir alabando a Dios.