Texto Bíblico: 1 Pedro 1:21
Por medio de Cristo, han llegado a confiar en Dios. Y han puesto su fe y su esperanza en Dios, porque él levantó a Cristo de los muertos y le dio una gloria inmensa.
Durante su adolescencia, Franz Liszt fue una estrella. El público abarrotaba los teatros para escucharlo tocar el piano. Lo llamaban el “Niño maravilla’’, y muchos venían a rogarle que les diera clases de piano. El dinero, la fama y la aclamación eran todos suyos. Era un éxito dondequiera que iba. Hasta que su sueño dorado se le vino abajo.
A los 17 años de edad, Franz acababa de recuperarse de una enfermedad prolongada, contraída a raíz de la muerte de su padre. Las giras de concierto tuvieron que ser sustituidas por clases de piano para mantenerse a sí mismo y a su madre. Para colmo de males, en un solo día perdió su trabajo y a la chica que amaba.
Franz se sintió derrotado. Había perdido hasta las ganas de vivir. Deambulaba como un demente. No quería saber nada de música, y hasta pensó en la posibilidad de dedicarse al sacerdocio. Su madre se preocupaba mucho por él.
– Franz, debes dejar de preocuparte tanto -le rogaba-. Aquí tienes un boleto para el concierto de Paganini. Ve, y diviértete un poco.
– ¿Paganini? – preguntó Franz – ¿Te refieres al famoso violinista italiano? -Así es -respondió mamá Liszt con una sonrisa de alegría, al notar la súbita emoción reflejada en la voz de su hijo-. ¿Irás al concierto?
– ¡Claro que sí! No me lo perdería por nada del mundo.
El escuchar al gran maestro despertó en Liszt un gran deseo de ser como él. Dedicaba cinco horas al día a prácticas y ejercicios: escalas, terceras, sextas, octavas, notas repetidas y cadencias. Entonces empezó a dedicar horas extras a tocar las obras de los grandes maestros, como Beethoven y Bach. Pasaban meses enteros y nadie lo veía. Durante este tiempo, ni una sola vez ejecutó en público.
Cuando al fin regresó a la sala de conciertos, dejó a su público electrizado. “Liszt es un pianista fuera de serie”, decía todo el que lo escuchaba tocar. “Nadie podría igualar su maravillosa ejecución’’. Por seguir el ejemplo de un maestro, Franz Liszt llegó a triunfar.
¿Y tú? ¿Estás siguiendo las pisadas de tu Maestro Celestial?