El Sendero de la Felicidad
El Sendero de la Felicidad
Autor: Lawrence Maxwell
Traducido y adaptado por el Departamento de Jóvenes de la División Interamericana. Miami, Florida, Estados Unidos en 1982.
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Pedro tenía que escaparse por un rato. Cuando uno vive en un apartamento con dos hermanitos y una hermanita, nunca se puede estar solo. Por suerte, detrás del apartamento donde vivía Pedro, había un bosquecito donde no había edificios. A Pedro le gustaba explorarlo siempre que podía. Un día encontró un espacio abierto, rodeado por arbustos que parecía que nadie conocía. Era un lugar perfecto para esconderse, leer, soñar o pensar. Así que termino sus tareas rápidamente y le pregunto a su mama si podía salir a jugar.
Suponte que una gallina se diga así misma: quiero ser águila. ¿Será águila la gallina solo por querer serlo? Suponte que la gallina cambie su alimentación. Imagínate que diga: voy a dejar de comer comida de gallina. De ahora en adelante voy a comer comida de águilas. ¿La convertirá eso en un águila? ¡Lo que haría seria enfermarla!
Si no fuera por el hecho de que Roberto es mi amigo, yo no creería este relato. Pero conozco bien a Roberto. Él es uno de los que dibujaban las ilustraciones de la revista para los menores, en inglés.
Una noche los Conquistadores fueron a patinar. Laura había invitado a su amiguita Margarita para que patinara con ella. Tan pronto llegaron al gimnasio, fueron al encargado de la oficina y alquilaron dos pares de patines. Pero casi en seguida que se los pusieron, se dieron cuenta de que algo andaba mal. Una de las ruedas de uno de los patines de Margarita estaba trabada.
La maestra estaba fuera del aula. Jorge se sentó a jugar con su lápiz roto en el pupitre. El lápiz no se había partido por accidente. Él lo había partido deliberadamente para tener dos pedazos que tirar a los otros muchachos del aula. Él no era el único que lo hacía. La mayoría de los otros habían estado haciendo lo mismo. Pero ayer la maestra había tratado de detener ese proceder.
Capítulo 6 – Guardaré la ley del menor ¿Porque David guiño un ojo? Hay muchos motivos buenos por los cuales se requiere que “por la gracia de Dios” guardes la ley del Menor, cuando te haces Conquistador. Si alguien tuvo el derecho de quebrantar las leyes fue Jesús. Después de todo, el las hizo. Pero en lugar de eso, él dijo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40: 8). Cuando él estuvo en la tierra y sus enemigos trataban desesperadamente de encontrarle faltas, el los desafiaba públicamente. “¿Quiénes de ustedes pueden comprobar que he cometido pecado alguna vez?” (Véase Juan 8: 46). No había nadie, ni entre sus peores enemigos, que pudiera probar que él había hecho algo malo. Si fuera correcto quebrantar la ley de Dios, no hubiera sido necesario que Jesús muriera. Guardar la ley de Dios exactamente de la manera que él ha dicho es la única forma de vivir. Sencillamente no existe otra forma de disfrutar la vida o en realidad de tener éxito, o de vivir eternamente. David pensaba que era divertido no obedecer las reglas de la escuela, hasta el día […]